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Lo tardío

LO TARDÍO

Madre: la vida triste y enferma que me has dado

no vale los dolores que ha costado;

no vale tu sufrir intenso, madre mía,

este brote de llanto y de melancolía!

¡Ay! ¿Por qué no expiró el fruto de tu amor,

así como agonizan tantos frutos en flor?

 

¿Por qué, cuando soñaba mis sueños infantiles,

en la cuna, a la sombra de las gasas sutiles,

de un ángulo del cuarto no salió una serpiente

que, al ceñir sus anillos a mi cuello inocente,

con la flexible gracia de una mujer querida,

me hubiera libertado del horror de la vida…?

 

Más valiera no ser a este vivir de llanto,

a este amasar con lágrimas el pan de nuestro canto,

al lento laborar del dolor exquisito

del alma ebria de luz y enferma de Infinito!